Acosado por tirios y troyanos, por sabios ricos y brutos pobres, por tontos útiles e inútiles sabios. Sentenciado sin acusación ni derecho a la defensa, vilipendiado por razones que -de a poco- van desnudando el tiempo, en agosto del 2022, al salir del Ministerio de Educación, Roberto Fulcar, cual sacerdote sureño entre chaolín y cura de barrio, dijo para que lo escucharan los interesados: “el tiempo pondrá todo en su lugar”.
Dos años después, luego de
aquellos iniciales e iniciáticos twitters tan lamentables, el actual ministro
de Educación, Ángel Hernández, dijo: “(Roberto Fulcar) es una persona seria y
trabajadora que merece todo mi respeto. (Él) logró hacer lo que tenía que hacer
durante la pandemia del covid-19, (...), enfrentando el desafío de un año
escolar que pudo haberse perdido. (...) él lo hizo bien, hizo lo que tenía que
hacer dentro del contexto en que se encontró, en una pandemia terrible, (...).
Conozco a Fulcar desde hace más de veinte años”.
Si algo faltaba, el pasado 16
de agosto, en su discurso de toma de posesión, el presidente Luis Abinader
afirmó al referirse a la educación NO universitaria: “... nuestro mayor logro
ha sido el avance en la educación inicial, de 3 a 5 años. A nuestra llegada al
gobierno la tasa de cobertura para este nivel era de un 36% y tres años
después, conseguimos pasar al 64%, con la incorporación de miles de niños de
las familias más humildes de nuestro país. (...) El gobierno ha hecho en los
pasados cuatro años un esfuerzo muy grande para garantizar la movilidad de
nuestros estudiantes con la puesta en marcha del Sistema de Transporte Escolar,
TRAE, que ya traslada de forma segura a la mitad de los escolares dominicanos
entre sus casas y las escuelas. (...) (En la última prueba PISA) tuvimos un
aumento en promedio de 16 puntos con relación a la medición de 2018, siendo la
primera vez que mejoramos. De 81 países participantes, solo 11 experimentaron
mejoras en comparación consigo mismos en el ciclo 2018-2022 y de estos,
únicamente dos pertenecen a América Latina: República Dominicana y Panamá”.
Como ven, en esta ocasión, el
tiempo, “el implacable”, ha servido, no solo para poner las cosas en su lugar,
sino también para colocar las mentiras y los bulos, los bots y los insultos en
el suyo. Con su permiso.
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