Conducir dentro de un tunel

 


Por: Iván Silva, senador de la República.

Responde este titular a la desafiante tarea que lleva a cabo el presidente Abinader, de dirigir al país en la gruta de un laberinto artificiosamente trazado, por las ínfulas imperiales de Vladimir Putin, quién se considera arquitecto de un nuevo mundo multipolar. Invade a Ucrania sin una masa crítica de rusos que se manifiesten a su favor, en estas acciones de guerra. Solo le guían la soberbia, hija de las alabanzas con mentiras que le han desquiciado sin remedio, para bajarle el orgullo sembrado en su mente enferma.
Confunde Putin el aprecio con la adulación, cuando crítica la entrada de Suecia y Finlandia en la Organización del Atlántico Norte, una derrota política la cual suma a los más de 12 Mil personas muertas y los millones de desplazados, generados por este conflicto bélico, sobre el cual tendrá, más temprano que tarde, la obligación de rendir cuenta, por daños y crímenes contra la humanidad. Describe, el Papa Francisco, este despropósito como un acto de cinismo y brutalidad usado contra el pueblo ucraniano. Queda debilitada la imagen de Rusia mundialmente y fortalecida la ejemplaridad del pueblo ucraniano con todo el mundo.
Insistimos, más que una invasión de Rusia contra Ucrania, es la guerra entre Potencias militares: Rusia y China contra Estados Unidos y sus aliados por el dominio del planeta. Con la República Dominicana y cientos de naciones como la nuestra, sufriendo, con muy poco margen de maniobra fiscales, monetarias, financieras, científicas y tecnológicas la batalla que, tanto por la causa como por los efectos, se derivan de este conflicto bélico, en el campo del comercio, las Industrias, la oferta y demanda de bienes y servicios. Luchamos contra una inflación por escasez y por la subida de los precios de las materias primas, sin que nuestro país disponga de los parachoques, políticos, económicos y de solidaridad internacional que, como en otros tiempos recibimos.
Sufrimos este reto internacional día a día, con él por qué y él para qué, tener al presidente Luis Abinader, pues ha demostrado ser confiable, efectivo y eficiente dentro de este panorama de una alta siniestralidad. Eso sí, se ha mantenido cercano a la gente, en lugar de enclaustrarse dentro de su Despacho, como lo han hecho otros presidentes, quienes se te han desentendido, o desprecian el sufrimiento de su pueblo. Necesitamos más que nunca las luces políticas del presidente para sortear los obstáculos inextricables, que el destino a colocado a su paso ahora. Dentro de este laberinto, al que mucho se ofrecen como estrellas al final del túnel, en el año 2024.
Sirven de mucho los sucesos acontecidos en Ecuador, donde las protestas y huelgas de los grupos sociales y el movimiento indígena, obligaron al gobierno, después de 17 días de movilizaciones, muertes, heridos y apresados, a negociar su permanencia, con un pacto provisional, sujeto al cumplimiento de 10 puntos pactados. Sucede en un país productor de petróleo, con una inflación anualizada de 3, 40%, desmedrado por una oposición irresponsable, unos grupos sociales y movimientos indígenas, que alardean de su deslealtad democrática y social sin límites. Ecuador es una muestra incontestable de lo que sucede, cuando un presidente actúa bien, nadie lo recuerda, pero si algo sale mal, nadie lo olvida.
Carga el gobierno con más de RD$40,000 Millones de pesos, en subsidio a los combustibles, recursos que absorben los ingresos tributarios y arancelarios, razón por la cual consolidamos una deuda de US$56,000 Millones de dólares, en los primeros 5 meses de este año, para cubrir los esfuerzos fiscales, monetarios y financieros con los cuales mantenemos el abastecimiento de alimentos que, son escasos y más caros en Estados Unidos, en Argentina, Chile, Venezuela, Colombia, por citar algunos casos. Compramos huevos, carne de pollo y otros productos en Bélgica, Brasil y otras naciones lejanas, por el compromiso intransferible del gobierno de garantizar la comida de quienes menos pueden.
Son estos sacrificios económicos los culpables de la obligada modificación al presupuesto vigente, y de los ajustes inevitables en los precios de la tarifa eléctrica y de los combustibles, gracias al conjunto de ambivalencias que, convertidas en ordenanzas legales, aprobadas por el congreso entre los años 2006 y 2015, con el disfraz de reformas fiscales, meros aumentos de impuestos, con los cuales empedraban privilegios a los oligopolios eléctricos, de los combustibles y el gas natural.

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