Por Balbueno Medina
A partir de la gestión de gobierno del presidente Luis Abinader, se han roto mitos y tradiciones que la gran mayoría de los gobernantes dominicanos habían mantenido desde la conducción del Estado.
No obstante, debemos admitir que el gran desafío que el presidente Abinader, ha vencido ha sido el de la tradición que desde el gobierno impusieron pasados mandatarios de extracción perredeista, que ideológica y filosóficamente es de donde proviene la matriz del gobernante Partido Revolucionario Moderno.
Sin embargo, debemos resaltar que la enorme sapiencia del hoy presidente de nuestra República Dominicana radica en el hecho de que en sus acciones ha sabido continuar las medidas que en su momento permitieron que los gobiernos fundamentalmente de factura perredeistas alcanzaran el más alto reconocimiento del pueblo dominicano.
Vale decir, que Luis Abinader, en lo que lleva de su gestión de gobierno ha sintetizado lo mejor del profesor Juan Bosch, Antonio Guzmán Fernández, Salvador Jorge Blanco e Hipólito Mejía, quienes con luces y sombras dirigieron el país, en medio de un común denominador que se caracterizó fundamentalmente por el respeto a las libertades públicas y al ejercicio ético de la función gubernamental.
Para ser más específico y comprensivo en lo que quiero que sepan quienes cotidianamente me leen, debo señalar que del profesor Juan Bosch, Luis Abinader, escogió la parte ética y moral en el ejercicio de la función pública, de Antonio Guzmán Fernández, las libertades públicas y la institucionalidad, de Salvador Jorge Blanco, la cercanía con el pueblo y de Hipólito Mejía, la protección a sectores populares con las políticas económicas sociales.
En menor medida, el presidente Luis Abinader, también ha conservado las cosas buenas que tuvieron otros gobiernos como los de Joaquín Balaguer, Leonel Fernández y Danilo Medina, que se resumen en cuanto a las políticas migratorias, de construcción y de avances tecnológicos que ha seguido llevando a cabo su gobierno.
Del caudillo reformista, el presidente Abinader, se ha destacado por salvaguardar la protección del Estado dominicano mediante la aplicación de una política migratoria que persigue proteger nuestros límites fronterizos con Haiti, de los gobiernos peledeistas que encabezaron Leonel Fernández y Danilo Medina, ha decidido mantener el ritmo de crecimiento de los modelos de construcción y los avances tecnológicos alcanzados por el país.
Aun cuando pudiéramos señalar que estos aspectos han caracterizado el accionar de la administración Abinader, no podemos obviar que el presidente de la República le ha dado a su gobierno un toque personalista que por demás le ha ganado una gran simpatía en el seno de la población dominicana, que se sustenta en su vocación comunicativa, en la sensibilidad social que proyecta y en la capacidad de rectificación que ha manifestado cada vez que considera que ha tomado una decisión que no conviene al interés mayoritario de la sociedad.
Sin embargo, lo que más resalta en el accionar del presidente Luis Abinader, es la rotura que intenta imponer desde la conducción del Estado, de las prácticas de confrontación y división que caracterizaron a los gobiernos del Perredeismo y que le impidieron aplicar efectivamente sus proyectos de gobierno una vez asumieron la cosa pública y sobre todo su lucha contra la corrupción.
Contrario a esas malas prácticas que costaron muchos años de oposición al perredeismo y que ahora bajo las nuevas siglas del PRM, retornó al gobierno hace año y medio, el presidente Abinader, busca reencausar el futuro de esa clase política dándole un giro al manejo de su partido y el Estado dominicano en base al debate de las ideas, la continuación de las buenas políticas gubernamentales y las reformas que necesita el país para enfrentar los retos futuro
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