Santo Domingo, RD.- En su artículo titulado “Recomendaciones de Gestión de Riesgos de Créditos para mitigar efectos del Coronavirus” La economista Cibeles Jiménez sostiene que ante las expectativas de una recesión económica y el reto que esto supone, es necesario que los gestores de riesgos comiencen a actuar a tiempo.
Cibeles Jiméneze entiende que de no actuarse oportunamente el impacto para el sector financiero podría ser de mas largo plazo, ya que es uno de estos actores mas importante para palear la crisis económica, pues por lo regular el resto de los agentes económicos buscan préstamos de la banca local para financiar sus actividades y a esto se le adiciona los créditos solicitados para el consumo de bienes y servicios y la compra o remodelación de viviendas.
Las recomendaciones se enmarcan en los siguientes puntos:
· Análisis sectorial y de clasificación de riesgos de la cartera de crédito de la entidad con la granularidad que la data permita, ya que no solo debe hacerse por sectores económicos agregados, sino que debe evaluarse desde la actividad especifica de cada deudor, su comportamiento, indicadores y en algunos casos su carácter, criterios tan importantes en el riesgo de crédito.
· Establecer modelos que nos permitan estimar perdidas potenciales y anticipar nuestra estrategia de gestión o de cumplimiento. Aquí se debería incluir la revisión de los covenants de los créditos más significativos, así como covenants que deba cumplir la entidad con algunos stakeholders.
· Esquema de divulgación coherente a nuestro sistema de gobernanza, de manera que los directores tengan una visión global y comparativo entre las cifras bajo normativas y bajo el esquema real, que deberá ser siempre el criterio bajo el cual definamos nuestras estrategias de riesgos.
· Revisiones de nuestros perfiles de riesgos, políticas de crédito y nuevos productos adaptados a la crisis.
Fundamentó estas recomendaciones evaluando la composición de la cartera de la banca nacional, sus niveles de garantía y que posibles impactos en deterioro y provisiones pudiera evidenciarse.
Como punto de partida tomó los análisis de expectativas de agencias de renombre como Moody`s y S&P y clasificó la cartera del sector según el CIIU de la DGII, separado cada sector de acuerdo con su potencial impacto en el mediano plazo.
Aquellos bajo la categoría de Potenciales Beneficiados son los relacionados a industrias farmacéuticas, tecnología y alimentación. Los Perjudicados Potenciales son los que al restringirse la movilidad de ingresos y la oferta laboral, se disminuye la capacidad de consumo y observan distorsiones en las cadenas productivas y de distribución doméstica y externa del país. Por último, se marcan en amarillo, en Observación, aquellos para los que dentro de su clasificación se incluyen subsectores ganadores de esta situación, pero que los subsectores perdedores tienen un impacto significativo.
La cartera total local del sector financiero al cierre de febrero 2020 (estadísticas más recientes publicadas por la SIB) ascendió a RD$1,233,860 millones, clasificados de la siguiente manera:
Observó que el 74% de la cartera de sector está colocada en sectores de potencial impacto negativo, porcentaje que incluye consumo e hipotecario, ambas carteras con una participación del 43.8% y que al final del día representan históricamente los mas afectados en cualquier crisis y lo que más tardan en reponerse.
En su artículo también indicó que la cobertura con garantías del capital adeudado total es del 38%, de manera segregada, los incluidos bajo el segmento de Potenciales Beneficiados están cubiertos al 37%, los sectores en Observación en un 32% y los de Potenciales Impactos Negativos tienen garantías que cubren hasta el 40% del capital adeudado, indicador que nos parece un atenuante al compararlo con el resto de coberturas. En ese sentido, que enmarcó su recomendación de que las entidades incluyan en sus negociaciones nuevas y de reestructuración mayores garantías reales, esto dentro del marco de la flexibilidad del contexto actual, pero de cara a mitigar los impactos venideros.
En relación las provisiones, observó que el sector al cierre de febrero tenía constituido un total de RD$34,516 millones, es decir una cobertura de 2.9%. En un marco económico estable, este índice de cobertura es aceptable, sobre todo al moniterear que la morosidad es del 1.7% y la cobertura del total de provisiones constituidas cubre en mas del 200% el total de cartera vencida, que a la fecha analizada ascendió a RD$18,242 millones; pero bajo un marco de crisis, es necesario replantearses estimar al menos un porcentaje de cobertura del 5.2%, esto en base a observaciones históricas reales de la cartera en épocas de crisis (2003-2004 y 2008-2010), por lo que cuantificando este indicador, se estimaría un gasto, con impacto directo en las utilidades, de aproximadamente RD$29,645 millones para un total de RD$64,161 millones. Mencionó que ya existen medidas normativas para mitigar el efecto en el gasto de provisiones y clasificación de cartera, no obstante, le parece sano recomendar que los gestores de riesgos hagan sus estimaciones internas bajos distintos escenarios y modelos econométricos; a su vez que establezcan un esquema de reportería continua donde la Alta Gerencia conozca de forma integral los resultados bajo el esquema normativo, así como en base a los deterioros reales que evidencie la cartera y las expectativas proyectadas.
Entiende que se deberá considerar además la morosidad en la cartera y la pérdida de rentabilidad que la gestión de recuperación se carga, bajo un modelo predictivo conservador estimó que la morosidad al cierre del 2020 podría colocarse en un 2.9% y cada entidad deberá evaluar su nivel de cobertura y adecuar sus indicadores internos de gestión y apetito de riesgo.
Puntualizó que “No resultaría entonces descabellado, recomendar un ajuste a las estimaciones de crecimiento del crédito de las entidades y sus planes estratégicos para el siguiente trienio, esto incluirá ajustar la rentabilidad esperada por clientes, el gasto en provisiones y a partir del primer semestre del 2021 replantearse un esquema de comisiones que pueda mitigar el impacto en la utilidad que esta crisis traerá para la banca. Esto acompañado de revisiones internas de políticas de crédito, innovaciones de productos, customización de productos existentes de acuerdo al sector y al tipo del cliente, en definitiva, aplicar la resiliencia en la gestión de colocación y de su seguimiento y control”.
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