El papa volvió a aprovechar como todos los años esta audiencia para lanzar un duro discurso ante la jerarquía eclesial y además de denunciar los casos de abusos también habló de quienes siembran "división y el desconcierto; personas que siempre encuentran justificaciones, incluso lógicas y espirituales, para seguir recorriendo sin obstáculos el camino de la perdición".
Francisco recordó que "esto no es nada nuevo en la historia de la Iglesia. San Agustín, hablando del trigo bueno y de la cizaña, afirma: "¿Pensáis, hermanos, que la cizaña no sube a las cátedras episcopales?".
Desde que inicio su pontificado, Francisco ha tenido la oposición del ala más conservadora de la Iglesia y hace unos meses el exnuncio de Washington Carlo María Vigano escribió un manifiesto de acusaciones contra el papa en el que le pedía su renuncia por haber ocultado que sabía de los abusos del cardenal estadounidense Theodore McCarrick.
"En realidad, las treinta monedas de plata están casi siempre detrás de estos sembradores de cizaña", acusó Francisco al aludir a Judas el Iscariote, "otro elegido por el Señor que vende y entrega a su maestro a la muerte".
"Para hacer resplandecer la luz de Cristo, todos tenemos el deber de combatir cualquier corrupción espiritual", añadió.
El pontífice argentino también habló de las "alegrías" de este año, "por ejemplo la feliz culminación del Sínodo dedicado a los jóvenes y los pasos que se han dado hasta ahora en la reforma de la Curia, como pueden ser: los trabajos de clarificación y transparencia en la economía (...) y los buenos resultados logrados por el IOR (banco vaticano)".
Un gran motivo de alegría, señaló, son las personas "que trabajan pacientemente por amor a Cristo y a su Evangelio, en favor de los pobres, los oprimidos y los últimos, sin tratar de aparecer en las primeras páginas de los periódicos o de ocupar los primeros puestos".
Francisco concluyó explicando que "la certeza de que la Iglesia saldrá de estas tribulaciones aún más bella, purificada y espléndida. Porque, todos los pecados, las caídas y el mal cometidos por algunos hijos de la Iglesia nunca pueden oscurecer la belleza de su rostro".
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